Los ataques de Israel contra Irán revelan un desplazamiento del eje rivalidad en Medio Oriente, centrado ahora en la expansión de las fronteras de defensa israelí ante una República Islámica debilitada y penetrada por los servicios de inteligencia. Esta nueva realidad geopolítica es, sin embargo, frágil, porque si algo caracteriza a la región más caliente del mundo es que nunca nadie logra dominarla.